
Descansa más quien perdona que quien es perdonado y es muy fácil ver como a veces la insistencia de la persona que te hirió ante su súplica de que la perdones lo único que realmente busca, es aliviar su conciencia por su daño gratuito hacia ti.
En realidad no sufren porque no la perdonemos, sufren por no poder perdonarse a ellas mismas ante la crueldad con la que actuaron en un momento dado. Por eso, sirve de poco para ellas el ser perdonadas por los demás, mientras sigan sintiéndose culpables por lo que hicieron no alcanzarán paz, sin embargo esa paz, si la alcanzamos los que perdonamos, es una pena que no sirva para sentirse bien las dos partes, pero es así.
Yo puedo perdonar y he perdonado, lo que no estoy muy segura es que mi madre allá donde esté lo haya hecho también y eso si que es verdad que es lo que más puede mortificar a quien me hizo tanto daño. Como madre, a mi me costaría mucho perdonar el que a mi hija le hicieran lo que me han hecho a mi y no una vez, sino dos, pero en este caso es algo que ya escapa de mis manos.
Te perdoné porque mi dolor va menguando y mi cariño hacia ti sigue siendo más grande que todo lo sucedido, porque siempre pongo la balanza (soy libra) y mi amor sigue pesando más que tu metedura de pata.
De cualquier modo siempre digo que aquí estamos todos pendientes de Juicio, mientras nos llega, intentemos alcanzar la paz por nuestros errores lo mejor que podamos y eso empieza, por perdonarnos a nosotros mismos y después...Dios dirá.