Me regalaron una rosa
en un jardín de claveles,
éramos de seis hermanos...
las dos únicas mujeres.
Yo era rosa de seis años
y ella un precioso capullo,
yo la cuidaba y mimaba...
ella era todo mi orgullo.
Iba enseñándole lo que aprendía
la quería igual a mí,
estaba a mi tan ligada...
que su madre me sentí.
Sus primeros cuentos de mi voz
la princesa siempre ella,
sus grandes ojos en mi...
los clavaba como estrellas.
Yo fui su mayor confidente
incluso cuando mujer fuera,
yo ayudaba a sus deberes...
y la dejaba salir a jugar fuera.
La consentía como a ninguno
la sentía tan pequeña,
la mecía en mi regazo...
era mi niña, mi nena.
Mi muñeca preferida
la más linda que hizo Dios,
la de los ojos inmensos...
la que daba tanto amor.
En eso nunca cambió
con el paso de los años,
mi hermana siempre fue un cielo...
hoy no merece este daño.
Daño de una enfermedad
que se ensaña cada día,
con una hija del señor...
y ella es mi hermana querida.
Aquella preciosa rosa
la mas bella del rosal,
se marchitaba en su tallo...
por tan cruel enfermedad.
A MI HERMANA MARININ
